De Charles Chaplin a Woody Allen, el cine ha incluido películas burlescas contra los desmanes del poder y los poderosos. Muchas se centran, tal vez, en aquellos gobernantes que, como Hitler, Stalin, Mussolini tienen en su haber los mayores crímenes de Estado contra sus pueblos y la humanidad.
Sin embargo, estas producciones, a la hora de referir nombres y episodios han
sabido respetar los parámetros culturales que toda empresa cultural debe
guardar.
No pienso que a los cineastas les haya temblado el pulso a la hora de enfrentar la sátira política y omitir en ella escenas sin el menor asomo de respeto al pudor y al buen gusto. Acudir a la cultura para promover el desprecio como chanza requiere un nivel de ilustración adecuado.
El arte tiene sus reglas, modos, y emblemas. Y dentro de él caben todos los propósitos. El único y mayor requisito debe ser la buena hechura.
Refiero este comentario a propósito del estreno de la controversial cinta “The interview”, de los directores Evan Goldberg y Seth Rogen, centrada en ridiculizar a la figura del dictador norcoreano Kim Jong-un.
La cinta ha adquirido una resonancia mundial gracias a la propaganda mediática y no dudo que se convierta en la más vista a nivel mundial.
Solo que al salir del cine, un espectador con dos dedos de frente tendrá, obligatoriamente, que incitar la reflexión.
¿Es “The interview” en realidad una película o supone un panfleto de tipo político con un objetivo descalificador de carácter populista?
Analicemos por partes. En “The interview”, sus directores abandonaron el camino del humor como elemento cultural. En vez de seguir los rumbos de exitosos productos de la sátira política como “Borat”, prefirieron la mendicidad ética, el mal doblaje, los recursos especiales endebles, la puesta en escena deplorable y las lagunas formales.
Para colmo, se apoyaron en un guion descabellado, más cercano al disparate que al entretenimiento, sin contar que reunieron un elenco que descuella por sus malas actuaciones.
Si el gobierno de Pyonyang no hubiera promovido el escándalo internacional, esta cinta habría pasado sin penas ni glorias, como otro de los tantos subproductos que campean por sus respetos bajo el nombre de películas.
No comparto la forma de gobierno que impera en Norcorea. Como ser humano, cuestiono las dinastías, las dictaduras y las mentiras del poder. Pero tampoco comparto la chabacanería, el populismo cultural y el mal cine. Semejantes categorías son tan perjudiciales para una sociedad como pueden ser la falta de alimentos, el encarcelamiento de opositores y el embrutecimiento de las masas. “The interview”, lamentablemente, trascenderá por motivos extracinematográficos. Y la cinefilia lamentará que subproductos de esa envergadura circulen por el mundo.
Como buen latino, me gusta el choteo y el relajo, por supuesto. Pero con orden.
No pienso que a los cineastas les haya temblado el pulso a la hora de enfrentar la sátira política y omitir en ella escenas sin el menor asomo de respeto al pudor y al buen gusto. Acudir a la cultura para promover el desprecio como chanza requiere un nivel de ilustración adecuado.
El arte tiene sus reglas, modos, y emblemas. Y dentro de él caben todos los propósitos. El único y mayor requisito debe ser la buena hechura.
Refiero este comentario a propósito del estreno de la controversial cinta “The interview”, de los directores Evan Goldberg y Seth Rogen, centrada en ridiculizar a la figura del dictador norcoreano Kim Jong-un.
La cinta ha adquirido una resonancia mundial gracias a la propaganda mediática y no dudo que se convierta en la más vista a nivel mundial.
Solo que al salir del cine, un espectador con dos dedos de frente tendrá, obligatoriamente, que incitar la reflexión.
¿Es “The interview” en realidad una película o supone un panfleto de tipo político con un objetivo descalificador de carácter populista?
Analicemos por partes. En “The interview”, sus directores abandonaron el camino del humor como elemento cultural. En vez de seguir los rumbos de exitosos productos de la sátira política como “Borat”, prefirieron la mendicidad ética, el mal doblaje, los recursos especiales endebles, la puesta en escena deplorable y las lagunas formales.
Para colmo, se apoyaron en un guion descabellado, más cercano al disparate que al entretenimiento, sin contar que reunieron un elenco que descuella por sus malas actuaciones.
Si el gobierno de Pyonyang no hubiera promovido el escándalo internacional, esta cinta habría pasado sin penas ni glorias, como otro de los tantos subproductos que campean por sus respetos bajo el nombre de películas.
No comparto la forma de gobierno que impera en Norcorea. Como ser humano, cuestiono las dinastías, las dictaduras y las mentiras del poder. Pero tampoco comparto la chabacanería, el populismo cultural y el mal cine. Semejantes categorías son tan perjudiciales para una sociedad como pueden ser la falta de alimentos, el encarcelamiento de opositores y el embrutecimiento de las masas. “The interview”, lamentablemente, trascenderá por motivos extracinematográficos. Y la cinefilia lamentará que subproductos de esa envergadura circulen por el mundo.
Como buen latino, me gusta el choteo y el relajo, por supuesto. Pero con orden.
País: Estados Unidos.
Año: 2014. Directores: Evan Goldberg, Seth Rogen.
Guion: Dan Sterling (Historia: Evan Goldberg, Seth Rogen, Dan Sterling). Reparto: James Franco, Seth Rogen, Lizzy Caplan, Randall Park, Diana Bang, Timothy Simons, Reese Alexander, James Yi y Paul Bae.
Sinopsis: Un presentador de televisión y su productor, consiguen una entrevista exclusiva con el líder de Corea del Norte. Ante tal oportunidad, la CIA les pide que cometan un magnicidio para el cual no están preparados.
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