Ang Lee
ha hecho del original de Yann Martel algo más que una película. Por eso, al
salir del cine, espectador queda con la memoria perdida dentro de las imágenes
que recién ha dejado atrás. Se frota los ojos, camina como si lo hiciera en
medio del mar, y mira a su alrededor como si de cualquier lugar pudiera salir
un animal salvaje. Al llegar a su casa soñará con lo que acaba de visionar del
otro lado de la pantalla, y pasará varios días con el remanente del filme en su
cabeza. Y querrá verlo por segunda vez para comprobar que todo no fue un sueño.
“Life of Pi” es un tratado de filosofía oriental (puro Confucio) sobre el arte de la guerra y los espacios que siempre deben existir entre el hombre y la bestia. Es una obra casi perfecta, donde la cinematografía es su principal atributo, donde no hay chapucerías, ni episodios baladíes.
Es una cinta total, donde el que quiera encontrarle fisuras chocará contra el trabajo de un Ang Lee, original de pies a cabeza, que se renueva y reasume de película en película.
El filme es también un espectáculo visual cuya cámara registra con igual excelencia la ‘La vida de Pi’ durante su naufragio, y todo el entorno donde se desarrollan los acontecimientos.
Aquí, la tecnología bien usada se inmiscuye en el guión sin robarle protagonismo a este. Como maestro del cine, Ang Lee sabe que en el arte, los efectos especiales hacen lucir su producción y por ello los desarrolla al máximo.
La relación entre Pi y el tigre de Bengala, llamado Richard Parker, nos toca el alma, nos enmudece y nos prepara para enfrentar la vida desde una perspectiva mucho más realista.
Esa relación es el centro de la película y lo que realmente importa. Ang Lee le quitó a la novela el tinte de aventura que provoca el naufragio y se centró en darle vida al animal y al ser humano tal y como son. Es increíble cómo logro trabajar en un espacio tan pequeño como el de una yola, con el tigre de Bengala y cómo logró sacar de este animal excelencias histriónicas.
La cinta se presenta como un lienzo en el que Ang Lee ha dibujado una serie de imágenes de portentosa belleza a las que el 3D realza, un empleo del formato como pocos han sabido darle. Los distintos actores que interpretan al joven Pi, desde su infancia hasta la etapa actual, lo hacen con naturalidad y soltura.
Hasta en su breve papel de cocinero del barco, Gerard Depardieu se luce como lo que es: un gran actor. Todos los demás roles están muy coherentes y muy bien trabajados por las seguras manos de un director que se esmera personalmente, no solo en la búsqueda del casting, sino en lograr un trabajo actoral de primer nivel.
Vuelve el escenario de la India a Hollywood (recordar “Slumdog millonaire”), enriquecido esta vez por los profundos mares del sudeste asiático.
“Life of Pi” es un tratado de filosofía oriental (puro Confucio) sobre el arte de la guerra y los espacios que siempre deben existir entre el hombre y la bestia. Es una obra casi perfecta, donde la cinematografía es su principal atributo, donde no hay chapucerías, ni episodios baladíes.
Es una cinta total, donde el que quiera encontrarle fisuras chocará contra el trabajo de un Ang Lee, original de pies a cabeza, que se renueva y reasume de película en película.
El filme es también un espectáculo visual cuya cámara registra con igual excelencia la ‘La vida de Pi’ durante su naufragio, y todo el entorno donde se desarrollan los acontecimientos.
Aquí, la tecnología bien usada se inmiscuye en el guión sin robarle protagonismo a este. Como maestro del cine, Ang Lee sabe que en el arte, los efectos especiales hacen lucir su producción y por ello los desarrolla al máximo.
La relación entre Pi y el tigre de Bengala, llamado Richard Parker, nos toca el alma, nos enmudece y nos prepara para enfrentar la vida desde una perspectiva mucho más realista.
Esa relación es el centro de la película y lo que realmente importa. Ang Lee le quitó a la novela el tinte de aventura que provoca el naufragio y se centró en darle vida al animal y al ser humano tal y como son. Es increíble cómo logro trabajar en un espacio tan pequeño como el de una yola, con el tigre de Bengala y cómo logró sacar de este animal excelencias histriónicas.
La cinta se presenta como un lienzo en el que Ang Lee ha dibujado una serie de imágenes de portentosa belleza a las que el 3D realza, un empleo del formato como pocos han sabido darle. Los distintos actores que interpretan al joven Pi, desde su infancia hasta la etapa actual, lo hacen con naturalidad y soltura.
Hasta en su breve papel de cocinero del barco, Gerard Depardieu se luce como lo que es: un gran actor. Todos los demás roles están muy coherentes y muy bien trabajados por las seguras manos de un director que se esmera personalmente, no solo en la búsqueda del casting, sino en lograr un trabajo actoral de primer nivel.
Vuelve el escenario de la India a Hollywood (recordar “Slumdog millonaire”), enriquecido esta vez por los profundos mares del sudeste asiático.
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Ficha Técnica:
Título: Life of Pi. País: USA. Duración: 125 minutos. Director: Ang Lee. Guión: David Magee (basado en la novela homónima de Yann Martel). Reparto: Suraj Sharma, Rafe Spall, Gérard Depardieu, Irrfan Khan, Tabu, Adil Hussain. Sinopsis: Pi Patel, un es un adolescente hindú cuyo padre es el dueño del zoológico en la India. Su familia decide instalarse en Canadá, pero una tormenta hace naufragar el barco en el que viajan. Pi consigue salvarse en una yola en la que también viaja otro “pasajero”, un tigre de Bengala al que el joven intentará domar para sobrevivir.
Título: Life of Pi. País: USA. Duración: 125 minutos. Director: Ang Lee. Guión: David Magee (basado en la novela homónima de Yann Martel). Reparto: Suraj Sharma, Rafe Spall, Gérard Depardieu, Irrfan Khan, Tabu, Adil Hussain. Sinopsis: Pi Patel, un es un adolescente hindú cuyo padre es el dueño del zoológico en la India. Su familia decide instalarse en Canadá, pero una tormenta hace naufragar el barco en el que viajan. Pi consigue salvarse en una yola en la que también viaja otro “pasajero”, un tigre de Bengala al que el joven intentará domar para sobrevivir.
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